Existe una leyenda entre los habitantes que viven al pie del castillo: – Del corazón de las personas puras brotan peonías.
Esta leyenda se originó a las afueras de la ciudad. En pequeñas aldeas o asentamientos aislados, los muertos son enterrados es costumbre enterrar a los fallecidos a las afueras, en pequeños claros en bosques cercanos.
Se dice que, si eres de corazón puro, toda la vida has sido justo, honorable y sirviente al fallecer los dioses lloran encima de tu tumba, y de sus lágrimas florecen en primavera peonías rosas.
Es por eso por lo que con el paso de las generaciones esta leyenda se ha convertido en tradición.
En los días de entierro es tradición dejar estas flores en el lugar como símbolo de buena suerte.
Algunas casas de caballeros han incorporado este símbolo a su blasón, como señal de honor y dejando a entender que sus juramentos nunca serán quebrantados.
Los días de celebraciones, o durante los eventos importantes en la ciudad se decora con esta flor balcones y meses en el momento de las comidas.
Alrededor de la tradición ha nacido una economía propia, incluso los cultivos de la flor dan de comer a algunas familias de la ciudad.
Aunque este tipo de flor florece en primavera de forma natural, en algunas zonas de clima favorable su crecimiento puede ir de finales de invierno a finales de otoño. Este es el caso de la ladera sur del castillo, donde las corrientes marítimas y la propia montaña del castillo (parando el viento frio del norte) crean este ambiente perfecto.
Sin duda es espectacular ver los campos en plena floración, incluso algunos aldeanos hacen visitas al atardecer, donde los rosas de las plantas y los rojizos combinan en una aurea mágica a los habitantes de la zona.